Quería encontrar en su cabeza alguna respuesta lógica a tanto dolor.
Intentaba por todos los medios no enojarse demasiado.
Así, haciendo esto, Laura llegó a los grupos de preparto.
Su mirada transmitía mensajes con matices diferentes. Cambiaba a cada instante. Pasaba de estados de mucha calma y conexión con el bebé, a estados alterados, con sobresaltos.
Por momentos la habitaba una niña desolada y en otros, el enojo la devoraba, transformando el modo de vincularse con los otros. Era muy chica, con 17 años ya estaba por tener su primer hijo.
Intentaba terminar el secundario.
En sus primeros encuentros, estuvo callada, como cuidando sus palabras. Yo sentía que nos medía de alguna forma. No confiaba en nadie.
De a poco, ganó confianza en el grupo, contaba cositas cotidianas. El esfuerzo de juntar cosas para irse a vivir con su novio. El revuelo que su embarazo había causado entre sus amigas y compañeros del cole. Se animó a meterse en el tema de los miedos que sentía, al parto, a tener un bebito chiquito.
Pero la bomba la tiró un día que estábamos hablando ni más ni menos que de las mamás.
"Yo traté de abortar" dijo de forma firme. Silencio total. Las otras chicas pasmadas, mudas, con los ojos abiertos.
Me acerqué a ella y le dije que si había dicho eso, quizás sentía ganas de compartirlo con nosotras, que lo hiciera si lo necesitaba. "Es que yo no sabía, no pude. Tenía miedo. Le pedí a una prima por teléfono que me dijera qué tomar, pero me salió mal. Ahora me siento culpable". Comenzamos a desglosar el miedo. El grupo colaboró desde un lugar de escucha y empatía increíbles. Y en su relato apareció una mamá biológica que apenas ella nació, la abandonó en el hospital. Y una mamá adoptiva, empleada del lugar, que la había golpeado toda su infancia y parte de la adolescencia.
Laura no entendía por qué tanto abandono, tanto ensañamiento con ella.
Tenía un miedo aterrador de que la maternidad se tratara solo de eso, de abandonos y agresiones, y ella no soportaba la mas pequeña posibilidad de hacerle semejante cosa a su hijo. Fue desde ahí que comenzamos un camino diferente. Desde el punto en que para ella el código del abandono y la violencia no era una senda a transitar. Trabajamos mucho, la culpa fue cediendo y Laura fue rearmando su historia desenterrando de tanto dolor algunos vínculos mas amorosos.
Intentaba por todos los medios no enojarse demasiado.
Así, haciendo esto, Laura llegó a los grupos de preparto.
Su mirada transmitía mensajes con matices diferentes. Cambiaba a cada instante. Pasaba de estados de mucha calma y conexión con el bebé, a estados alterados, con sobresaltos.
Por momentos la habitaba una niña desolada y en otros, el enojo la devoraba, transformando el modo de vincularse con los otros. Era muy chica, con 17 años ya estaba por tener su primer hijo.
Intentaba terminar el secundario.
En sus primeros encuentros, estuvo callada, como cuidando sus palabras. Yo sentía que nos medía de alguna forma. No confiaba en nadie.
De a poco, ganó confianza en el grupo, contaba cositas cotidianas. El esfuerzo de juntar cosas para irse a vivir con su novio. El revuelo que su embarazo había causado entre sus amigas y compañeros del cole. Se animó a meterse en el tema de los miedos que sentía, al parto, a tener un bebito chiquito.
Pero la bomba la tiró un día que estábamos hablando ni más ni menos que de las mamás.
"Yo traté de abortar" dijo de forma firme. Silencio total. Las otras chicas pasmadas, mudas, con los ojos abiertos.
Me acerqué a ella y le dije que si había dicho eso, quizás sentía ganas de compartirlo con nosotras, que lo hiciera si lo necesitaba. "Es que yo no sabía, no pude. Tenía miedo. Le pedí a una prima por teléfono que me dijera qué tomar, pero me salió mal. Ahora me siento culpable". Comenzamos a desglosar el miedo. El grupo colaboró desde un lugar de escucha y empatía increíbles. Y en su relato apareció una mamá biológica que apenas ella nació, la abandonó en el hospital. Y una mamá adoptiva, empleada del lugar, que la había golpeado toda su infancia y parte de la adolescencia.
Laura no entendía por qué tanto abandono, tanto ensañamiento con ella.
Tenía un miedo aterrador de que la maternidad se tratara solo de eso, de abandonos y agresiones, y ella no soportaba la mas pequeña posibilidad de hacerle semejante cosa a su hijo. Fue desde ahí que comenzamos un camino diferente. Desde el punto en que para ella el código del abandono y la violencia no era una senda a transitar. Trabajamos mucho, la culpa fue cediendo y Laura fue rearmando su historia desenterrando de tanto dolor algunos vínculos mas amorosos.
La historia de Laura me hizo pensar mucho en estas formas raras de maternar. En cómo la maternidad no siempre se trata de amores, encuentros y sostenes.
Pienso en los vínculos que dañan, que marcan. Y agradezco haber elegido la profesión que elegí, porque siento que desde algún lugar puedo ayudar, aunque cueste y sean caminos dolorosos para transitar.
7 comentarios:
Que historia de vida tan difícil y triste. Cuanta falta de amor y cuanto abandono de parte de estas dos "madres" para con Laura.
Menos mal que todos tenemos la posibilidad de elegir que tipo de madre queremos ser. Parece que Laura eligió sacar toda esa basura que tenia guardada y tratar de salir adelante con su bebito.
Gracias a Dios que te puso en el camino de Laura, para ayudarla!
Me da mucha impotencia y bronca tanta falta de amor, hacia un hijo.
No me entra en la cabeza que haya gente que maltrata a sus hijos o los abandona. Es muy duro.
Vero, como siempre tus post nos hace pensar y reflexionar!
Beso
Qué bueno que esa mujer, todavía niña en algún punto tuvo la suerte de tener a una persona como vos al lado para desandar un poco su camino y encontrarse con otra perspectiva de la maternidad. Me encanta tu forma de expresarte... Con tu permiso, porque espero que me lo des te agregué a mi lista de blogs preferidos. Un beso grande. Seguiré pasando a leerte...
CADA CASA UN MUNDO DICEN,QUE HISTORIA LA DE LAURA Y QUE VALENTÌA Y FUERZA DE VOLUNTAD PARA NO REPETIR HISTORIAS...
SALUDOS
Que triste historia de Laura, con razón tanto miedo y tanto recelo ante la situación que está viviendo. SU embarazo (con tu ayuda) le hará saber que la niñez que ella vivió no es la única forma de vivir y que está en ella cambiar la historia de su hijo.
Te mando un abrazo, pronto te escribiré un mail de mis avances.
Hola a todas. Es cierto todo lo que dicen. Aveces una no puede imaginar tanto desamor hacia un hijo. Tanto daño que se puede hacer. En el caso de Laura, ella fue encontrando recursos en su historia y cambió el rumbo. Lamentablemente otras mujeres no pueden y repiten la historia con sus hijos.
Gracias por el aporte de siempre.
Paso siempre a leerlas a las tres.
Y Marina, claro que tienes todo mi permiso.
Besos.
Vero
Xochitl: estamos coordinadas, escribimos al mismo tiempo.
Espero tu mail y te mando un abrazo fuerte desde aquí.
Vero
Que bueno que Laura pudo encontrarse con vos para poder cambiar su forma de ver la maternidad. Me gusta mucho leerte !!
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