Me ronda hace unos días en la cabeza, lo que se nos moviliza en las diferentes etapas del crecimiento de nuestros hijos. Es mucho, pero vamos por partes. Comparto con ustedes, y despues vamos avanzando más adelante. Con historias, relatos, como es costumbre en el blog.
¡Cuantos lugares recorremos en tiempos de crianza!
Esos lugares lejanos que creímos abandonados para siempre.
Esos espacios interiores que nunca pensamos descubrir de esa manera.
El viaje en la crianza es rotundo, fuerte, salvaje. Es un viaje que se inicia de forma inesperada. Porque no siempre somos realmente concientes de lo que se moviliza. Quizás nos colgamos facilmente de la venta social de la maternidad y paternidad, esa que nos muestra niños divinos jugando felices, madres impecables con una sonrisa siempre en el rostro, papis que llegan sin una ojera de cansancio de trabajar y dispuestos a jugar en el patio con sus hijos.
Pero ¿quien nos avisa que se abren puertas profundas de nuestra historia, de la más escondida, de esa que con el tiempo fuimos acomodando y había quedado toda ordenadita?
Y estas puertas se van abriendo a lo largo de toda la crianza de nuestros hijos. En la etapa del puerperio hay mucho movimiento, mucho tiempo de vaivenes emocionales y el encuentro contundente con un ser humano que depende absolutamente de nosotras. Y, definitivamente, nos cuesta muchísimo ser esas mamás que amamantan maquilladas cerca de una ventana mirando el parque verde con ropa pulcra y la casa impecable. Pero quiero avanzar en las etapas. Ya en otro momento volveremos al puerperio, hay mucho para abordar en ese tema.
Estoy pensando en los tiempos de crianza más allá del puerperio y del niño pequeñito.
Pienso en las diferentes etapas de nuestros hijos como disparadores de múltiples procesos emocionales en nosotros como padres. A medida que ellos crecen, nosotros nos vamos reinventando como madres y padres, porque las necesidades de ellos cambian y nosotros necesitamos cambiar. Cada etapa, nos lleva a procesos identificatorios, reactualizaciones, resimbolizaciones que tienen que ver con nosotras, con nuestro ser en nuestra historia vincular, emocional. No siempre sale todo ordenado como en un fichero, osea, no quiere decir que cuando nuestro hijo entra a primer grado a mi se me mueve cuando yo entré a primer grado. Así sería mas fácil ¿no?.
Se trata de los registros y enlaces emocionales (ligazón de representaciones destinadas al apress coup, si quisiéramos ser más teóricos), de las sensaciones que se despiertan y que podemos aprovechar para hacer una búsqueda, para descubrirnos. Veo con mi propia maternidad y en el consultorio, como en estos procesos naturales mientras vamos criando niños salen cuestiones que de otro modo quizás tardaríamos mucho en encontrar, revisar y resimbolizar.
Siento que en las diferentes etapas, vamos renaciendo como padres y apropiarnos de ese renacer permanente, mirarlo y trabajarlo puede ser una experiencia de crecimiento para nosotros y, claro, para nuestros hijos.
Ese renacer contínuo me atrae para pensarlo, porque crecemos, reparamos, nos renovamos y habilitamos en los niños un camino de búsqueda.
1 comentario:
Evidentemente como lo indicás en el post:
nos colgamos facilmente de la venta social de la maternidad y paternidad.
Nada es lo que parece...
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