
Luego de la experiencia que nos tocó vivir cuando Luisina nació, no fue fácil pensar en el nacimiento de Alejo despojándome del miedo, de la angustia porque sentía que "algo" podía pasar.
En realidad me preocupaba esto de que los médicos y las enfermeras no me creyeron cuando les dije que "algo" le estaba pasando a mi beba.
Entonces, embarazada de Alejo recordé una pediatra que durante la internación en la Neo de Luisi estuvo muy cerca, disponible. Charlaba conmigo en la madrugada mientras yo miraba a Luisina o la amamantaba. Estuvo muy pendiente de sus estudios y de nosotros. En ese momento era residente del hospital.
Pedí una consulta con ella, y me senté en su consultorio con un embarazo de apenas 4 meses a contarle todo esto que me pasaba. El miedo, la angustia y la necesidad de que al bebé que venía lo recibiera alguien que me diera confianza y que confiara a la vez en lo que yo le dijera. Que me escuchara y no me tratara como una madre tonta que no entiende nada de bebés.
Ella recordaba todo lo que había pasado aunque Luisina ya tenía 5 años.
Encontré una persona sensible, conectada con los otros y con una disposición increíble.
Me prometió acompañarnos en el parto y ser ella quien recibiera a ese nuevo bebé.
Nos seguimos viendo durante el embarazo porque comencé a llevar a mis otros niños a consulta con ella. Y cuando se acercó la fecha coordinamos llamarla cuando estuviera en trabajo de parto.
El día que nació Alejo nos comunicamos y ella se mantuvo informada con los médicos de la guardia. Lo cierto es que cuando paso a sala de partos no la veía, pero eran muchas cosas al mismo tiempo las que sentía y estaba viviendo. Pero en el momento de los pujos, se abrió la puerta y entró corriendo para recibirlo.
Les aseguro que lo envolvió con tanto cuidado, con tanto amor. Lo revisó enterito mientras le decía palabras lindas, lo elogiaba, lo tranquilizaba. Me iba contando que estaba perfecto. Y por último se acercó y me lo entregó con mucha delicadeza. Le pedí que me diera la mano y le agradecí. Me regaló mucho más que una atención médica, me devolvió la confianza, calmó mi ansiedad. Se quedó un largo rato en el hospital. Sabía que para mi esas primeras horas eran las importantes. Ale estuvo perfecto. Nada pasó, ni la historia se repitió. Pero siempre voy a agradecer haber tenido a esa persona comprometida con lo que hace, para devolvernos la confianza y la seguridad.
Pasó el tiempo, ella siguió el crecimiento de Alejo. Y quedó embarazada de su tercer hijo.
Ayer volviendo en el auto a casa del trabajo la vi con su bebito en brazos. Paré para saludarla y conocer al bebé. Cuando le pregunté como estaba me dijo "así de babosa como estabas vos con Alejo.." hablaba con la cara iluminada, una sonrisa enorme y una mirada que me hizo recordar todo esto que cuento acá. Me alegró verla así...
Y le agradezco otra vez desde este blog..
Su nombre: Carola Arazi. Del Hospital Privado