La mudanza me dejó pensando en estas cosas.
En los tiempos que cada uno necesita para adaptarse a los cambios.
En ocasiones los adultos como vamos resolviendo trámites, organizando cajas y tiempos, no nos damos cuenta de todo lo que se nos va moviendo con el cambio que se nos presenta.
Recién cuando desensillamos, empezamos a conectarnos.
Los primeros días en la casa nueva, para Alejo, de tres años, fueron complicados.
Fiebre muy alta, tos, mocos, vómitos. Un combo de cositas.
Cuando se recuperó, no quería salir al patio. Se autoconvencía, llegaba hasta la puerta, miraba para afuera y decía "soy valiente", "no tengo miedo". Entonces vimos que en realidad le estaba costando sentirse seguro, dueño de los lugares de la casa nueva. Y el patio, mucho mas grande que el anterior, con árboles, con rinconcitos, me imaginaba que para él podía estar presentándose como inabarcable, y estaba sintiendo un poco de miedo. Todavía no había entrado en sintonía con el lugar.
Entonces un día después de almorzar le dije que en el patio había encontrado algo que podía interesarle y que fuéramos juntos a verlo. Me agarró de la mano y salimos. Fuimos hasta una cuchita costruida de material y se la presenté: "una casita chiquitita". Me preguntó si podía entrar y me dijo, "pero vos te quedas". Le dije que yo me sentaba al lado de la casita y que jugábamos juntos.
Fue increíble ver como tomando como centro "seguro" ese lugar empezó a explorar el resto del lugar. Yo le iba proponiendo cosas para hacer e invitarlo a moverse por el patio. "Busquemos ramas que nos sirvan de varitas mágicas", y entonces el entusiasmo lo iba conectando con este espacio tan temido. Hicimos magia un buen rato, convertimos a nuestro perro en sapo, búfalo, serpiente y hasta en jirafa, pobre Poter no entendía nada. Después estuvimos pateando penales en el arco de fútbol de Ezequiel y para festejar los goles (yo muchos no hacía) corríamos por una buena parte del patio. Jugamos escondidas y atrapaditas. Y así estuvimos cerca de dos horas y media, al final de las cuales Alejo ya andaba explorando solito otros rincones del patio.
El necesitaba conectarse, encontrarse con el espacio desconocido desde la seguridad. Acompañado. Me dió mucha ternura cuando solito se quería convencer y me ayudó a captar que estaba pidiendo ayuda, sosten, tiempo. Ese tiempo que entre cajas y corridas yo no le había podido dar.
Estuvo bueno. Ahora sale y entra muy seguro y dueño del lugar.
Y yo me divertí muchísimo.....
7 comentarios:
SABES VERO QUE EL POST ME RECORDO A LA MUDANZA QUE TUVE A LOS 9 AÑOS,Y SI UNO ES CHICO PERO TODO ES NUEVO,LOS ESPACIOS SE MODIFICAN, LOS OLORES SON OTROS,NUEVOS RUIDOS,ES COMENZAR OTRA VEZ!
ES INCREIBLE COMO PUEDEN CRUZAR ESAS BARRERAS DE MIEDO O DESCONFIANZA DE LA MANO DEL ADULTO QUE LOS PROTEJE Y AHI COMIENZA LA EXPLORACION DEL LUGAR Y EL SENTIDO DE PERTENENCIA QUE NO LE COSTARA A ALE TENERLO MUY PRONTO!
BESOS...
Vero, muy lindo tu blog. Muchos temas interesantes y temáticas que dan mucho que hablar.
Los cambios, que tema? cuanto cuestan. A mi un montón. Con decirte que me cuesta que me cambien una cosa de un lugar a otro, por el solo hecho de que en ese lugar queda mejor. Pero la impresión es porque me lo cambiaron?
Es un tema a tratar.
Un beso y te sigo visitando.
Como lo indica Gilda en su comentario si hasta a un adulto le cuesta un cambio por nimio que sea, a los niños con más razón. Afortunadamente pudiste darte cuenta de ese llamado de atención de Alejo y ahora es él quien explora por sí sólo.
Saludos Nosotros
Clau: Como nos quedan esos recuerdos dando vueltas ¿no?
Y es cierto, todo lo que rodea estos cambios moviliza.
Gilda: Bienvenida. Gracias por pasar y comentar. Te espero por acá.
Marce y Sergio: Primero lo vuelvo a felicitar por el diente del primogénito!!!
Y si, como también dijo Gilda, a los adultos nos cuesta. Es cuestión de ver como nos reacomodamos todos...
Pero ya casi lo tenemos dominado!! ja
Vero qué ternurita que me produjo Alejo, con esas reacciones, autoconvenciéndose... y vos... no hay palabras... tanta dulzura en tu forma de actuar... me gustaría ser tan buena mamá como te intuyo y te siento a vos... Besos enormes!!
Marina...Gracias. Pero ojo, que uno siempre elije las anécdotas mas bonitas para contar!!!!jaja.
También hay dias que no tengo paciencia, que me canso y que quiero un recreo. Alguna vez que ligan un exabrupto materno porque vengo cansada del trabajo o alguna otra cosita. En definitiva, lo que les pasa a todas las mamás.
Besos.
Vero
Nos cuesta a los adultos,imaginate a los peques.
Con el tiempo todos nos acomodamos a los cambios.
Un beso
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