lunes, 29 de septiembre de 2008

El llanto del bebé




Un fragmento del artículo de Aletha Solter "¿Qué hacer cuando el bebé llora?:


"El llanto de los bebés es una fuente de preocupación para muchos padres. Cuando un bebé llora y no sabemos porqué, nos ponemos nerviosos y se despiertan en nosotros sensaciones de ansiedad, desamparo, frustración e incompetencia que pueden ser seguidas de enfados, cólera y hostilidad.
(.........)
En primer lugar, una vez descartados los problemas médicos, hay que comprobar si hay necesidades o malestares inmediatos, como hambre, frío, etc.. Pero si el bebé sigue estando molesto o "quisquilloso" después de que hayamos satisfecho sus necesidades primarias, deberíamos sostenerle en brazos cariñosamente y permitir que continúe llorando. El bebé necesita proximidad y atención cuando está llorando, y nunca deberíamos dejarle solo. Aunque nos sintamos impotentes e inútiles sosteniéndole mientras llora, estamos, en realidad, proveiéndole del apoyo emocional que necesita mientras expulsa hacia fuera la tensión acumulada. El bebé no nos está rechazando cuando llora. Más bien se siente lo suficientemente seguro como para mostrarnos sus sentimientos. El igual sucede, en algunas ocasiones, cuando una persona adulta que está pasando por una mala racha comienza a llorar cuando es abrazada por un amigo de confianza, quien reconoce sus dificultades.

Los padres que sostienen a sus bebés y les permiten expresarse de esta manera, notarán generalmente que sus bebés estarán relajados y contentos después de estas expresiones catárticas, y duermen mejor por la noche.
¿Por qué nos es tan difícil sostener a un bebé en brazos y permitir un llanto, a veces desgarrador? Probablemente porque hay pocos adultos que hayan sido permitidos llorar cuando eran pequeños tanto como lo necesitaron. Es muy probable que nuestros padres hayan intentado constantemente parar nuestro llanto cuando éramos bebés. Quizás nos daban el chupete, o dulces, o nos meneaban cada vez que llorábamos, pensando que eso era lo que necesitábamos. Quizás nos distraían con juguetes, música, o juegos, cuando todo lo que necesitábamos era su completa atención y amor para poder continuar con nuestro llanto. Es posible que nos hayan dejado llorando solos en nuestra habitación hasta que nos callamos, o incluso nos hayan dado algún fármaco para calmarnos. (.......)"

Me gusta de esta mirada el poder acercarnos al llanto del bebé de manera sostenedora, acompañando, abrazando, dejando que exprese y libere tensiones, malestares o frustraciones. Es tan cierto que a veces necesitamos calmar urgente el llanto, porque nos despierta nuestros propios malestares. Pero el llanto es liberador, sanador, necesario.
Pienso en los llantos que son por cansancio después de un día movido, con visitas o consultas al médico. O esas etapas en las que ellos van explorando nuevos desafíos que les demandan un esfuerzo, concentración y alguna que otra frustración cuando el objetivo se les escapó.
Pienso también en las veces que el llanto del bebé nos hace sentir que no somos capaces de darle lo que necesita, como si falláramos en nuestra tarea de maternar. Pero si nos conectamos con esta otra cara del llanto, podemos calmar esas sensaciones y transitar esos momentos mas liberados, y sin tanta angustia para nosotros y para el bebé.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Diálogo 7 - Alejo - 3 años y 1/2


-Mami vení.


-¿Donde estás?


-Acá arriba, en la compu.


- (subo al entrepiso)¿qué querés?


-Alejo se acuesta en el piso y mueve su manito invitándome a hacer lo mismo: Vení, acostate acá conmigo y miremos las estrellas.


- Me acuesto a su lado y miramos el techo de madera. Y encontramos un montón de estrellas. Prueben. ¡No saben que lindas se ven! Nunca había visto tantas constelaciones en las vetas de la madera....


Mirar con los niños, a través de sus ojos, conectados con su magia, nos abre dimensiones que no exploramos de otra manera.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

La Seño



19 niños de salita de tres años. Son muy chiquitos.
Todos con sus mochilitas a cuestas, sus demandas, sus necesidades.
Festejo del día de la primavera.
No es lo mismo dejar a los chicos en la escuela, que acompañarlos toda una mañana y ser parte del vínculo que han generado con su maestra y entre ellos.

Paseo a una granja. Muchos ojos para mirarlos.
Pero ningunos como los de la Seño Andrea.
Ella sabe donde está cada uno de sus Periquitos (nombre de la sala). Tiene las palabras justas ante el llanto de alguno.
Genera en ellos curiosidad y misterio para aprender, investigar y buscar.
Sabe como hacerlos reír, los juegos que les gustan, la ñañita especial de todos.
Sintoniza, sin dudas, el mismo dial que los chicos.
Ella con voz suave, exclamaciones permanentes, entusiasmo y alegría, les presenta cosas del mundo que los rodea. También se enoja, pero mantiene la calma, les explica.
Los trata con respeto, los escucha, les cuenta por qué les dijo algún "no".
Me encanta que los primeros pasos de Alejo en la escuela sean de su mano.
¡Qué bueno es ser testigo de estas relaciones tan tempranas y tan importantes para nuestros hijos!
Que lindos, tan chiquitos armando grupos. Buscandose entre ellos como referentes entre otras salitas.
Alejo sale al mundo de a poco.
Y me conmueve que sea con esta persona tan especial.

Gracias Seño.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Cada vez más solos


Hoy se habla de una infancia en riesgo...en riesgo de perder la condición de niño.

Encerrados por razones de seguridad, los chicos han ido perdiendo los principales lugares constitutivos de socialización: vereda, plaza, canchita.

Cada vez más solos, a veces parecen yuppies de agenda completa, llenos de actividades (....) que no siempre eligen según su deseo.

Cada vez más solos, muchos se refugian en la tele llenándose de imágenes y temáticas que los atraviesan impunemente y los conectan con realidades imposibles de metabolizar: guerras, secuestros, pornografía, abusos, etc.

Cada vez más solos, en silencio, aislados del resto de la familia, atrapados con jueguitos electrónicos que en su mayoría apelan a la violencia, la codicia, al engaño y que son pensados por mentes adultas.

Imposible volver atrás. Nuestros hijos nacieron en este contexto. La televisión, la computadora, internet estaban allí esperándolos.
El tema es qué hacemos con ellos, qué nos corresponde como adultos educadores frente al mal uso, al abuso, a la adicción a los medios.

La tv niñera, la imágen "atrapa niños", los cyber-guarderías no dejan de preocupar ya que su uso desmedido aleja a los chicos del lazo social y aumenta cada vez más la distancia con el libro.
Mientras más pequeñines los expongamos al bombardeo indiscriminado de imágenes, más se irá constituyendo una personalidad pasiva, espectadora, alejada del protagonismo y la creación.


Los jóvenes hijos de la televisión... Dice Galeano... se encogen de hombros mientras son entrenados para contemplar la vida en vez de hacerla.
Este es un fragmento de un escrito de Liliana González.
Me gustó para compartirlo. Para pensarlo desde las realidades que cada uno de nosotros vive como padres, desde el contexto de cada familia. Para tenerlo en cuenta..

sábado, 20 de septiembre de 2008

Confesión


Lo tengo que confesar.

No puedo explicar por qué.

Pero me pasa.

Es una cuestión yo diría que inevitable.

Y aunque quiera esforzarme por no hacerlo, me pasa.


Cada vez que recibo las libretas con las notas de los chicos: lloro.

Si. Se me llenan los ojos de lágrimas.
Y cuando voy leyendo los informes de las maestras, resaltando sus habilidades, sus avances, las cosas en las que se han destacado: lloro más.

Pero lloro, lloro. Con nudo en la garganta y todo.

Aunque creo que el nudo en la garganta se me hace por el esfuerzo de no andar llorando en la puerta de la escuela como si algo malo me hubiera pasado.
Entonces hoy decidí no abrir las libretas hasta llegar a casa.
Pero Eze no se aguantó y quiso ver sus notas en el pasillo, saliendo de su sala.
Y acá es donde siento que mi condición se ha ido agravando: ya de ver de lejos nomás los excelentes, se me escapó un lagrimón.
Listo. Lo confesé.
Es una de las tantas emociones raras que la maternidad ha traido hasta mi puerta.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Lazos para siempre


Ayer, después de mucho tiempo, la crucé en el messenger.
La recordé llegando a los grupos de preparto.
Ella estaba sola. Una pareja inestable emocionalmente, con dudas absolutas de su capacidad de ser padre. Y ella con una decisión absoluta de no dejar que esa situación arruinara el momento mas importante de su vida.
Ella me hizo un regalo: acompañarla. Ser parte de un tiempo, de un momento irrepetible.
Estar con ella durante el trabajo de parto y el nacimiento. Respirar con cada una de sus respiraciones. Verla transitar esa línea invisible entre despedida de la panza y bienvenida de su hija.
Fui testigo de la vida irrumpiendo en todas sus formas posibles. Recibí toda la fuerza de su historia . La vi despedirse del embarazo de manera silenciosa. Reafirmar al universo la llegada de su niña, su decisión y su rumbo.

Pasaron siete años. Ella siempre me agradece. Le ha contado a Mile de mi, me habla con mucho cariño y me escribe cosas hermosas en cada contacto.

Lo que no sé si le queda claro es lo agradecida que estoy yo. No sé si tiene una dimensión real del regalo que ella y su hija me hicieron a mi. Regalo de energía, de fuerza, de instinto, de crecimiento, de entrega.
La emoción de estar, de acompañar. La sensación de ayudar. La explosión de los primeros segundos de una personita llegando al mundo. Verla respirar por primera vez. Ser cómplice del ritual del encuentro con su mamá, del reconocimiento mutuo.
Cada nacimiento en el que acompaño me deja sensaciones diferentes.

Juli me ha dejado la de un lazo con ella y su hija para siempre.
Un lazo que excede los tiempos, las formas, los encuentros.
No sé explicarlo con palabras.
Pero sé que ella lo va a entender.

Gracias Juli. De corazón.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Por mirar.....


Por mirar a nuestros hijos.
Por querer darles lo mejor. Ser los mejores padres que podemos ser.

Por sentir que en ocasiones no nos da el cuerpo, la mente, las emociones para mirar como se "debe".

Por tener miedo de lastimar en nuestra tarea.

Por sentir pequeñas culpas cotidianas ante ese tiempo que nos faltó, ese juego que dejamos para después o esa palabra que se nos pasó.
Por haber sido hijos y esperar esa mirada. O no esperarla más. O por obtenerla.
Por estas cosas y mucho más, el post anterior despertó tantas palabras, pensamientos, reflexiones, emociones...
Pero ¿hay "una" forma de mirar?.

Quizás nos estamos exigiendo una mirada imposible de hacer. Queriendo poner en marcha una dedicación exclusiva al contacto con nuestros hijos, más allá de las preocupaciones cotidianas, de nuestros trabajos, de las emociones desencadenadas mientras los criamos. Podemos estar esperando hacer una mirada despojada de nuestras demandas infantiles mas primitivas, de nuestros espacios de conflicto..

Yo creo que la mirada del post anterior nos habla de algo que es profundo e invisible, de lo que implica internamente para cada uno el ser madre o padre. De dar a nuestros hijos un lugar único en la constitución de nuestra familia. De como nos vamos acomodando en la tarea. De lo que vamos aprendiendo. De los espacios nuevos que generamos para los niños, de la escucha que vamos haciendo de quienes ellos son y lo que desean. Y para eso no es necesario abstraernos de todas las cosas que nos rodean, nos preocupan o nos movilizan. Ni tampoco de nuestra propia historia.

Pensemos en todas esas cositas diarias que hacemos con y para ellos, la manera en que las hacemos, y encontremos las miradas que hay en cada una.
Intentemos vernos, darnos mas crédito en nuestro "ser padres".
Siempre sentí que cuando hay lugar para cuestionarse, es porque hay posibilidad de mirada.
Muchas de las mamás que comentaron y dejaron caer una preocupación por el tipo de mirada que hacen, o sienten que no es fácil hacerla, tienen blogs dedicados a conectarse con la tarea diaria de la crianza. Lleno de fotos y anécdotas con sus hijos, de palabras para ellos, de registros minuciosos de lo que hacen los niños y lo que a ellas les produce. Escriben posts donde se cuestionan, abren espacios para pensarse como madres, recordarse como hijas.....

Están, ni más ni menos, mirando a sus hijos y mirandose ellas mismas ....

Es cierto, siempre hay momentos en el camino para detenerse, preguntarse, aprender, pero no nos olvidemos de poder alegrarnos con las cosas que estamos haciendo bien...


Buena semana para todos.....

jueves, 11 de septiembre de 2008

Mirar es más que ver

Prometí más de Liliana González y acá se los traigo.


En muchos posts de este blog se ha mencionado "la mirada" que hacemos del niño. Lo importante que es para su desarrollo como sujeto deseante, ligada intimamente con una función estructurante de la cual dependerá el desarrollo de la autoestima (entre otras cosas).
Y encontré una definición más que clara de esa Mirada de la que estamos hablando:




"Mirar es más que ver.

Ver es función del ojo.

Mirar es función de un sujeto.

El ojo se queda con lo que ve, con la imágen, la apariencia.


La mirada, vehiculizada por el deseo, atraviesa lo aparente y abraza al otro con efectos estructurantes.
No es inocua, produce efectos, participa de la constitución de un sujeto.
Es inconciente, no puede construirse ni falsearse. Nada sé de ella, pero ahí está desnudando emociones y hasta sentires que se pretenden silenciar o mentir. Sabemos de muchas historias de amor que comienzan con una mirada y de tantas que terminan anunciándose en ella.


Es uno de los primeros vínculos con el Otro. El niño busca en la mirada de la madre algo que lo ancle al mundo. En ese encuentro hay mas que ojos. Está el deseo de que ese hijo viva, crezca, se alimente, aprenda, hable, sonría, se haga varón o mujer. A tal punto es así que cuando no encuentra esas señales corre grave riesgo de enfermarse."



Del libro "la educación en escena". Liliana González.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Creciendo


Voy creciendo con mis hijos. Voy caminando por lugares desconocidos, nuevos para mi.

Durante mis puerperios fui aprendiendo, tuve miedos, sensaciones raras con las que me pude conectar. Me fui encontrando con esos rincones inexplorables de otro modo y creo que pude aprovecharlos.

Pero mis hijos mayores crecen, avanzan en sus etapas. Por momentos en una corrida tan veloz que me parece haberme perdido de algo en el camino. Y en este crecimiento, sobretodo del mayor, que cumple 11 años, me conecto con algunos miedos distintos a aquellos que sentía cuando me inauguraba en la maternidad. En este año, lo he visto pasar por situaciones complicadas para él en relación a los otros de su edad. Este entramado en el cual los seres humanos nos relacionamos no es fácil, y "¡como nos cuesta sentir que nuestros hijos sufren aunque ya sepamos que es parte de la vida!..."

Me entristece cuando veo a chicos de su edad sin registro de los otros, diciendo palabras que saben que herirán al compañero o le marcarán su falta, robándose cosas entre ellos, manipulando a los compañeros para que hagan lo que les piden. Siento que algo no funciona bien.

Veo algunos grupos de niños de 10 y 11 años unirse y tener actitudes "muy agresivas" hacia otros y me parece desolador, me da la idea de un futuro complicado. Para mis hijos, para los de ustedes, para nosotros como sociedad. Siento que si naturalizamos estas actitudes, nos vamos a ir perdiendo. Si no las frenamos, si no las trabajamos desde la salud, la educación, la familia, todos mirando en conjunto, dejaremos pasar la oportunidad de cambiar algo para regalarles a nuestros hijos una forma de vivir mas sana, mas conectados con los otros como seres humanos.

Pienso en la tarea que como mayores estamos haciendo. En nuestra forma de manejarnos, de trabajar, de conducir, de tratarnos en la calle, en la escuela...Pienso en las tareas de crianza, en nuestras acciones como padres. En los códigos que imperan dentro de los círculos en que los niños crecen. En la Escuela, sus funciones y sus espacios. Los medios de comunicación....tantas cosas.

En ocasiones hablando con mamás en la escuela, corremos el riesgo de quedarnos en una "defensa" de nuestros hijos y nuestro desempeño como padres: "mi hijo sería incapáz", y cerramos la puerta de la mirada posible, la mirada de lo que les está pasando a nuestros niños, del interjuego que hay con los otros y con nosotros mismos.
Estoy aprendiendo. Creciendo en estas cosas.

Ezequiel va creciendo, saliendo al mundo, y yo en cierta manera lo hago con él. Porque me enfrento esto desde el lugar de mamá. Intentando entender, explicarle, decirle, hacer las cosas mejor.
Me conmueve cuando veo en él preocupación por los otros, ganas de ayudar e incomprensión frente a acciones que él ni llega a imaginarse llevar adelante.
En un libro de Liliana Gonzalez "La educación en escena", encontré algo que me encantó:
".....Nuestro país está lleno de Pulgarcitos abandonados, Caperucitas seducidas, Cenicientas y Patitos Feos discriminados. Lobos feroces, brujas, hechiceras y afines pululan con otros disfraces por nuestra cotidianeidad. Pero ¿dónde están los príncipes y duendes que salvaban de los males y aseguraban el triunfo del amor y la verdad en finales felices comiendo perdices?
Y desde esta posición infantil los invito a soñar con un tiempo en el que volvamos a jugar al andón pirulero y que cada quien atienda su juego:
-Padres cumpliendo gozosa y responsablemente su función paterna.
-Docentes apasionados que acepten el desafío de recrear la escuela.
-Comunicadores responsables ejerciendo la ética de la palabra.
-Funcionarios atentos y responsables que liberen al hombre de la angustia por sobrevivir y aseguren políticas que cubran las necesidades básicas de la infancia que posibiliten que el niño, sin hambre, tenga apetito de aprender."
Es un libro muy interesante. ¡Gracias Ceci por prestármelo!. Ya les voy a ir trayendo mas cositas de ahí.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Diálogo 6. Alejo 3 años y medio


- Ale, no te subas a la escalera que sos muy chiquito.

- Ma, ya soy grande.


Al rato..

- Ma, quiero una "mema".
- Pero ya sos grande para tomar mema, dijimos que tomamos en vasito.

- Pero Mami, soy muy pequeño.

- Pero, ¿no eras grande?

- Si, pero ahora ya me hice pequeñito.
Dificultad para manipular ciertas cuestiones evolutivas: 0 (Cero)

lunes, 1 de septiembre de 2008

Dos chicos




En un libro de relatos de Inés Arteta, llamado "Chicas bien" encontré un relato que me dió mucha ternura. Se llama "Dos chicos". No lo transcribo todo porque es muy largo, pero rescaté las partes que mas me gustaron. Espero que lo disfruten como yo.
Es la voz de una madre que va a cenar con su hijo. Parecen hermanos porque ella lo tuvo muy joven. Durante la cena él le pide que le cuente algo de cuando era chico, una anécdota, una historia..Y ella le hace este relato:

"Una vez un chico y una chica tuvieron un hijo. Eran tan chicos que las familias de los dos se ofrecieron a darles una mano. Era Enero. ....Hacía mucho calor. La madre del chico los invitó a que pasaran ese mes en la quinta de su familia. Iba toda la familia del chico porque había pileta.
El bebé tenía tres semanas y era la novedad para todo el mundo. Querían alzarlo, hacerle muecas, besarlo. Siempre lo devolvían llorando y la chica lo amamantaba para que se calmara. Se encerraba en el cuarto que les habían dado al fondo de la casa, porque en esa familia era mal visto amamantar en público. Ponía al bebé contra su pecho hasta que se calmaba. Salir de la multitud y encerrarse en ese cuarto era maravilloso. Había una calma muy dulce que contrastaba con el griterío de la sala....Casi siempre venía el chico detrás de ella y los miraba, callado...Iba al baño y traía el cambiador, el óleo, un pedazo de algodón y un pañal.
.... La historia que te estoy contando sucedió un sábado. La multitud se quedaba a cenar. Cuando la suegra dijo que estaban las lentejas en la mesa, el bebé empezó a llorar. Lloraba a los gritos. La chica lo llevó al cuarto, se sacó la remera y lo puso al pecho. El bebé trataba de mamar, abría la boca y chupaba, pero parecía que no conseguía nada, entonces lloraba mas fuerte. Ella no sabía que pasaba. El chico caminaba por el cuarto con las manos detrás de la espalda.
-No sé que le pasa -dijo la chica-comió hace menos de dos horas, tal vez le pase otra cosa.
-En esta casa se respetan los horarios-dijo el chico.

El bebé lloraba cada vez mas fuerte. Los pechos de la chica estaban inmensos y agarrotados, los pezones color violeta. Los tapó con la remera.

-Tal vez si trato de ablandarlos con calor-dijo la chica.

Le pidió al chico que sostuviera al bebé mientras dejaba correr el agua de la ducha sobre sus pechos. El bebé seguía llorando...Los pechos seguían como piedras.
Golpearon la puerta. Era la suegra.
-Chicos-bramó-está la comida.
-Andá vos-decile que no tengo hambre.

No hizo falta que él le dijera que en esa casa te sentabas a la mesa aunque no tuvieras hambre.
Al fin el chico se fue. Volvió: -Dice mamá que no se amamanta a la hora de comer.
Se quedaron mirándose un rato sin decir nada...
El chico se levantó de golpe, fue al baño y volvió con papel higiénico. Se lo dio a la chica para que se sonara la nariz. Después el chico la abrazó. Por encima de su hombro, ella podía ver al bebé todavía pataleando. El chico le puso el chupete y se calmó un rato, ya agotado. Se durmió...
El chico revolvió el bolso..Sacó sacaleche. Cuando la chica lo vio, se sentó sobre la cama rendida. El chico colocó el aparato sobre uno de sus pezones. Tiraba del tubo una vez, otra. La chica miraba hacia el costado. Le dolía, era un ardor muy fuerte con mezcla de picazón. Poco a poco el tubo empezó a salpicarse de gotitas blancas. El chico susurraba frases que la calmaban, que la hacían creer que pronto todo estaría bien. Decía: "sos la chica mas linda del mundo, tengo tanta suerte que estés conmigo, me volviste loco el día que te vi por primera vez en la calle, ibas en bici". Lo repetía y repetía, siempre en el mismo tono calmo y hablaba de cosas que iban a hacer los tres. La chica seguía sin poder frenar las lágrimas y un rato después el tubo se había llenado de leche hasta la mitad. Ese pecho ya estaba blando. El chico fue al baño y volvió con el tubo limpio y lo colocó en el otro pezón. Un rato después se había llenado el tubo hasta la mitad y ese pecho también estaba blando. El chico apagó la luz del cuarto, solo quedaba prendida la del baño. Se recostaron al lado del bebé. No sé cuanto pasó, pero cuando el bebé empezó a lloriquear de nuevo, había silencio en la casa. Ella lo puso en un pecho y el bebé mamó lo mas bien. El chico se fue, ella le dio de mamar de los dos pechos; se sentía feliz. El bebé se quedó dormido, lo puso en el moisés y estaba tranquilo.

El chico volvió con dos platos de lentejas, pan y una botella de vino. Comieron cuchicheando, recordando cuando estaban de novios y no podían aguantar vivir separados. Después salieron. Había una luna redonda más blanca aún que la de hoy, grillos, ranas. Hicieron el amor sobre el pasto, la primera vez desde que nació el bebé..".....