Ella se cansa.
Ella trabaja. Mucho. Pero trabaja en lo que le gusta, lo disfruta.
Ella soñó alguna vez con la casita de cuentos donde sería una mamá amorosa, con un papá amoroso y un hijo...también amoroso. O más de un hijo.
Ella es una mamá amorosa. Su hijo también es amoroso.
Ella entendió, con esfuerzo, que el papá amoroso no pudo ser. Al menos en la casita.
Lloró. Mucho.
Ella transitó un largo camino, se sintió sola, lo culpó, se culpó, intentó muchos y variados llamados de atención, algunos coloridos y otros no tanto. Se resistía a abandonar su sueño.
Fue su hijo, aún bebé quien la fue sacando de ese lugar. Y ella se dejó sacar. A ver, como explicarlo, encontró frente a ella un bebé real, pidiendo lo que todo bebé pide. Y una pareja pidiendo también lo que todo bebé pide. Y la elección no le costó. O si, pero eligió.
Ella practicó una especie de zambullida desesperada en sus recursos para sostener, calmar, abrigar y complacer a su hijo. Nadie la sostenía. Pero ella pudo. Con esfuerzo.
Por amor. A su hijo y a la parte del sueño que podía rescatar.
Ella se fue. Con el bebé. La pasan bien. Se quieren. Se ríen. Cantan. Se enojan.
El papá, es un papá amoroso con su hijo. Sin la casita.
Lo que mas admiran en ella, es que ya no lo culpa.
Ella entiende que juntos no les salía. El todavía la culpa a ella. Sigue sin ver.
Ella aveces se siente sola, y vuelve a soñar con la casita de cuentos deseando que la zambullida haya dejado gotitas que la guíen por otro camino sin repetirse.
Ella va a poder. Está intentando.
Todos tenemos nuestra casita de cuentos. Cada uno le pone sus condimentos a esta fantasía, pero soñamos, deseamos y anhelamos. En ocasiones, el sueño no se realiza y se transforma. He acompañado a algunas mujeres que siento reflejadas en Ella. En cada una yo admiré la zambullida en los recursos mas primarios escondidos y el rescate que eso les produjo.
Me han hecho pensar en los caminos diferentes que la maternidad y paternidad le impone a nuestras vidas. Cómo en ocasiones puede enfrentarnos con rupturas, porque nos muestra ese lugar de quiebres con el otro y con lo que creímos tener.
No siempre un hijo une. No cuando el proyecto común está ausente, cuando las miradas no se comparten o cuando vimos en el otro lo que queríamos y no lo que había. Todavía escucho en algunas consultas esa frase "pensamos que un hijo nos iba a unir", en vez de estar unidos para tener un hijo. En muchas consultas. Siempre me deja pensando. ¡Cuanta tarea para ese hijo! ¿no?
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