jueves, 12 de marzo de 2009

La otra cara




Con la vuelta al cole me fui reencontrando con muchas cosas.

Algunas me encantan:
El horario de entrada y de salida de los chicos de jardín se llena de escenas de diferentes colores.
Vemos mamás que van tranquilas charlando con los chicos, otras corriendo porque llegan tarde.

Algunos papás muy trajeados haciendo malabares con la merienda compartida del jardín para que no se les caiga ni les manche la ropa.

Chicos que llegan alegres a la sala, otros que lloran agarraditos de las piernas de su mamá hasta que se animan a quedarse.
Los que van en transporte llegan en una filita india hasta la escuela y cuando pasan la puerta de entrada se dispersan cada uno rapidito a su sala.

Y estan algunas cosas que no me gustan tanto: cuando los chicos son tironeados, apurados de mala manera o con gritos. O cuando les dicen palabras o frases desvalorizantes. Cuando se les marca que siempre son lentos para andar y entonces hacen que los papás lleguen tarde al trabajo. Cuando se los empuja.

Cuando se los compara con otros niños que son "mejores" o "más rápidos" o "más valientes" porque no lloran. Son pequeños momentos que van poniendo al niño en situaciones complicadas.
A todos nos ha pasado llegar algo tarde algún día, o apurar a los niños de alguna manera, el tema es tener cuidado con lo que se dice y la forma en que se hace.

No podemos hacerlo cargo a él si nosotros no nos levantamos mas temprano o tuvimos inconvenientes.
No me cuadra el empujarlo ni tironearlo si no se quiere bajar del auto. Tampoco gritarle ni reclamarle frente a su maestra y sus compañeros.

Muchas veces estas cuestiones cotidianas, forman parte de una violencia que nos rodea y se encuentra naturalizada. A mi me irrita. Ni hablar cuando a los chicos se les va tirando del pelo, de la oreja o se les pega...y ocurre mas seguido de lo que uno esperaría.

El niño se siente humillado, expuesto, violentado. Se va generando mucha inseguridad. El vínculo que debe ser el mas seguro de su vida, en realidad lo expone y lo deja inseguro frente al mundo.

Cuando se exteriorizan estas cosas de manera recurrente, es porque detrás hay mas, una forma de vincularse violenta y que merece ser revisada, para todos: para el niño y para la familia entera. Para encontrar maneras mas sanas de relacionarse, de compartir y de crecer.
Con algo de paciencia y creatividad hay muchas maneras de estimularlos esas veces que el reloj nos persigue: proponerle una carrerita, mostrarle algun compañero que se acerca y con el cual podemos ir si nos apuramos. Contarle que sus amigos lo esperan en la sala y tienen ganas de verlo...cada uno sabrá y encontrará esa forma.
Lo que debe estar presente siempre es el respeto por el niño que nos mira, que espera que lo acompañemos y lo ayudemos en estos pequeños logros cotidianos.

Y repito a todos nos pasa que en ocasiones estamos apurados, o la paciencia no está al cien por cien, a todos nos pasa que levantamos la voz o apuramos a nuestros hijos impacientemente. No viene nada mal pedirle disculpas y explicarle que el problema no era con él, que no queríamos retrasarnos y que la mañana venía medio cruzada.

Y aunque todos tenemos esos momentos hay familias en que esa es la forma de comunicarse...Eso es lo que hay que cuidar.

19 comentarios:

Kinshasa dijo...

Pues si Vero si miras en el cole un poco alrededor te das cuenta de todas esas cosas,bueno aqui en españa ya no se suelen ver tirones de orejas o pelo al menos en publico ya que los padres ahora temen a ser penados por la ley ya que recientemente entró una ley que prohibe el cachete...pero las palabras feas...esas si se escuchan...una pena!!

Un besote

Teresa

Unknown dijo...

Muy interesante Vero, me gusta visualizarme en esas situaciones, imaginarme como sera....
Muchas cosas para trabajar en la cabeza.
Un beso

Xochitl dijo...

Vero a veces muy pocas, pero cometo este error y no de jalonearle ni pegarla, nada de eso pero si a veces de hacer comparaciones con tal o cual niña que se porta mejor que ella..

Creo que debo trabajar con mi paciencia porque como dices, todo eso que uno les dice o hace se queda grabado creando inseguridades.

Como siempre gracias por mostrarnos la realidad de las cosas.

Besos !!

Charo dijo...

Siempre me hacés pensar Vero! Me encuentro que, a veces, no encuentro palabras y recurro al viejo y conocido "basta", "te dije que basta". Aunque sin levantar la voz, lo que hago después es tratar de explicarle el por qué "basta". Porque te podés lastimar, porque tenemos que hacer tal o cual cosa, porque se puede romper, etc. etc. Siento que hay palabras que salen automáticamente, como si vinieran grabadas. Besote!

gringa dijo...

Es muy cierto todo lo que escribis,en la escuela de Martu hay un grupo de madres que se pasan comparando a sus hijas,que a toda costa quieren que sean las mejores,muchas veces escuche como las descalificaban,por dios son niños!!!!otra de las cosas que me llama la atencion y me parecen horrendas es pretender seleccionarles los amigos a sus hijos,juntate con este que es inteligente,con este otro que tiene plata,un horror que los padres caigan tan bajo,como digo yo empezo el año y la misma careteada de siempre,un abrazo como siempre reina para reflexionar

Pau dijo...

Vero, es real todo lo que describiste, a mi me causa mucha impotencia cuando algunos padres que reaccionan de muy mala manera. Y pienso que muchas veces los padres "liberan" sus preocupaciones, sus miedos, sus inseguridades y sus emociones sobres lo niños, que obviamente no tienen nada que ver.

Que lindo volver a leerte! gracias por preocuparte ;)
Beso.-

Verónica Tirados dijo...

Hola todas...gracias por pasar, como siempre.

Una cosita: Charo, en realidad el basta es necesario, a veces se nos sale aunque no lo sea y esta bueno que nos permitamos que estas cosas pasen si las podemos aclarar con los chicos. Somos seres humanos y en ocasiones las corridas o los dias medio cruzados nos desbordan. El tema se complica cuando se agrede, cuando se desvaloriza al niño desde la actitud, las palabras, las comparaciones...


Besito

Charo dijo...

Gracias Vero!!

Monica dijo...

VERO ! COMO ESTAS ???? HACE BASTANTE QUE NO PASABA POR ACA.
CON RESPECTO A LO QUE PLANTEAS, ME INCLUYO, PORQUE SE QUE A VECES EN SITUACIONES LIMITES ME DESBORDO Y LUEGO ES TARDE PARA ARREPENTIRSE....PODRIAS ESCRIBIR ALGO ACERCA DE PONER LIMITES A NIÑOS MUY PEQUEÑOS.
BESITOS.
MONI

tia elsa dijo...

Cuanta razón tienes, a veces veo a padres inssultar con palabrotas a sus hijos chiquititos de no mas de dos años, yo me quedo mirando, no entiendo, es tu hijo y lo tratas de pelotudo, de marica, te digo me da vergüenza ajena.
En cuanto a pedir perdón a los hijos cuando uno se equivoca, no disminuye a los padres en su autoridad, al contrario los hace más humanos. Excelente post, besos tía Elsa.

Astrágalo dijo...

Hola Vero, hoy tengo a mis dos sobrinitos en casa, con esto de las fallas están toda la semana sin cole, bueno deberían ir el lunes y el martes creo, pero con las calles cortadas y todo ese lio, no van. no es por nada, pero cuantos dias al año trabajan los profesores?, cojen todas las fiestas y puentes, que suerte lechesssssss.

Un besito astragalin.

Memé dijo...

Tu posteo de hoy refleja justo el momento que estamos pasando con mi hija de 2 años: su adaptación al jardin. Lola no se quiere quedar sin mi en la salita. Y yo la respeto. Trato de hacer todo lo posible para que vaya entrando en confianza con las maestras, con los nuevos amiguitos, con el lugar. Pero siempre con palabras de aliento, felicitandola por sus logros y mostrandole que no hay nada que temer. Jamas apurandola, mucho menos insultandola. ¿ Como se puede insultar a un hijo porque no cumple con nuestras (desmesuradas por cierto) expectativas? No logro entender a estas madres que a los gritos, tironeos y empujones pretenden mostrarle a su hijo que el jardin es algo lindo y seguro. Son realmente pateticas.

Yo soy la primera en desear que Lola disfrute de su jardin, que juegue, se divierta, aprenda a compartir, a tener amigos, a crear relaciones basadas en la confienza y el respeto por lo diverso. Pero intento que avance partiendo de un lugar seguro: mis brazos amorosos que siempre estaran dispuestos a estrecharla cuando ella lo necesite. Lola es un individuo con sus tiempos y yo los respto mas que a nada en el mundo

Memé dijo...

Encontré este artículo muy interesante obre el tema:

Reconozcamos que tanto ustedes como yo, hemos pasado por muchas experiencias de empezar algo nuevo.

Podemos tomar conciencia de la tensión y ansiedad que padecemos en esos momentos, de la inquietud por saber si nuestras respuestas estarán adecuadas a los requerimientos del lugar, si tendremos los conocimientos o experticia para responder a las preguntas, si confiamos en nuestras propias fuerzas.

Por supuesto nuestra inseguridad aumentará si aquello nuevo a lo que debemos responder tiene importancia para nosotros o nuestros seres queridos.

Las clases han comenzado. Para los niños que van al jardín por primera vez es un momento especialLa adaptación al jardín es un período reconocido y aceptado como necesario por la mayoría de padres y educadores.

Es tomada como un momento especial dentro del ingreso al jardín de infantes que tiene sus etapas, la primera de las cuales finaliza cuando la madre, el padre o el acompañante se puede retirar del edificio y el pequeño alumno acepta quedarse en compañía de la "señorita", persona totalmente desconocida hasta hace muy poco tiempo.

Cuando eso ocurre muchos padres-madres (¡y aún muchos docentes!) creen que el nene o la nena "está adaptado". La creación de confianza entre los padres, madres y escuela -corporizada en estos primeros momentos por la docente- demanda un tiempo prolongado. Lo que se produce es lo que llamamos “desprendimiento”: momento en que la triada “docente; padre-madre; niño” acepta que éste quede sin compañía de un familiar en el jardín.

Las emociones que se juegan en el desprendimiento son particularmente intensas. Para muchos padres-madres y docentes se torna una "prueba" donde la rapidez parecería ser la evidencia de que todo marcha bien.

Con orgullo los padres dicen: "Mi nene me dijo chau a los dos minutos" y esto se transforma en prueba de salud mental, salud familiar o pronóstico de un exitoso tránsito posterior por todo el sistema educativo.

Para los docentes que un alumno tarde en adaptarse puede transformarse en una demostración de su propia capacidad; puede tensar la exigencia interna, minar la confianza en sus propias fuerzas o en sus recursos y hasta socavar la decisión vocacional.

El período de desprendimiento es un momento de cautela y observación desde el punto de vista racional; de afinar la sensibilidad y poner en marcha todas las habilidades empáticas para con los otros integrantes de este complejo proceso: los adultos y el niño.

Lo que ayuda bastante es tratar de ponerse en el lugar del otro: el docente observado por padres y madres, tensionado por niños aún desconocidos llorosos y excitados; los padres-madres o acompañantes, esperando poder volver a su trabajo, interrumpiendo la habitualidad de sus recorridos de vida, conociendo a otros adultos nuevos con los que se iguala y contrasta, preguntándose sobre su hijo y comparándolo con otros, y el propio niño, entrando a un mundo desconocido, lleno de "otros" que tienen los mismos derechos y necesidades que él. Un mundo donde no es el único y tiene que compartir, no solo juguetes, sino también el amor de un adulto.
Es un momento para vivir el hoy y no saltar hacia conclusiones apresuradas sobre la familia, el docente o el niño o niña.
Si pudiéramos sacar disfrute de la espera y distinguir los tonos de llantos, los matices del disfrute, el placer del descubrimiento, el reconocimiento de nuestras propias emociones como adultos que estamos ayudando a crecer a ese ser humano tan importante, no cabe duda que sería un momento de aprendizaje para todos.

Susana dijo...

Situaciones como las que describes las vivimos día a día, y es que vamos corriendo a todos lados... y nuestros hijos van detrás como paquetes, como bultos llevados traidos de un lado a otro... y les contagiamos nuestro stress, nuestras prisas, y luego nos preguntamos "este niño por qué será tan inquieto?"

BLAS dijo...

Tienes toda la razón. Yo tengo la suerte de vivir en un sitio tranquilo y que las madres y los padres son muy madres y muy padres, no sé si me explico. Además casi todos nos conocemos y a la mayoría les importa bastante lo que piensen de ellos, de modo que públicamente ni se les ocurriría tratar de mala manera a uno de sus niños...Yo normalmente me dedico a echarle una carrera a mi niño, a ver cual de los dos llega antes, él suele ganar, logicamente, jeje. Otras veces nos encontramos con otros de sus compis y las carreras las hace con ellos. Es la mejor manera de que luego lleguen a clase predispuestos para empezar el día con buen pié, y también me quedo yo más tranquila viendo que se queda a gusto. Saludos!!

KL@U dijo...

SON LOS TIEMPOS EN LOS QUE VIVIMOS!ES UNA CONSTANTE CORRER Y QUERER GANARLE AL RELOJ!Y ELLOS QUEDAN ATRAPADOS EN LAS OBLIGACIONES DE NOSOTROS LOS MAYORES...TIEMPOS ALOCADOS Y MODERNOS QUE HACEN MUCHAS VECES PERDERNOS DE ESOS PEQUEÑOS DETALLES!

ABRAZOS.........

Marcela y Sergio dijo...

Particular punto de vista sobre una situación que es muy habitual y cotidiana que hay que combatir. Pasamos por acá y nos regocija y educa en esta tarea interminable y agradable que es la crianza de los hijos.
Saludos Nosotros

Laura dijo...

Qué lindo, qué bueno buscarle la vuelta: una carrerita, por ejemplo.
Yo hay algo que odio que diga: tonto.
La tele la dice a cada rato, los chicos... y a mí me parece tan denigrante, tan fea.
Hay palabras que duelen mucho. Y más si las dicen los padres....
Besoos!

Anónimo dijo...

muy lindo tu blog, que bueno estar orgullosas y disfrutar de ser mamás.
cariños
ceci