domingo, 30 de mayo de 2010

Cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor "del fuego" (Simone Seija Paseyro, uruguaya)



Alguien me dijo que no es casual...que desde siempre las elegimos. Que las encontramos en el camino de la vida, nos reconocemos y sabemos que en algún lugar de la historia de los mundos fuimos del mismo clan. Pasan las décadas y al volver a recorrer los ríos esos cauces, tengo muy presentes las cualidades que las trajeron a mi tierra personal.

Valientes, reidoras y con labia. Capaces de pasar horas enteras escuchando, muriéndose de risa, consolando. Arquitectas de sueños, hacedoras de planes, ingenieras de la cocina, cantautoras de canciones de cuna.

Cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor de "un fuego", nacen fuerzas, crecen magias, arden brasas, que gozan, festejan, curan, recomponen, inventan, crean, unen, desunen, entierran, dan vida, rezongan, se conduelen.

Ese fuego puede ser la mesa de un bar, las idas para afuera en vacaciones, el patio de un colegio, el galpón donde jugábamos en la infancia, el living de una casa, el corredor de una facultad, un mate en el parque, la señal de alarma de que alguna nos necesita o ese tesoro incalculable que son las quedadas a dormir en la casa de las otras.

Las de adolescentes después de un baile, o para preparar un exámen, o para cerrar una noche de cine. Las de "veníte el sábado" porque no hay nada mejor que hacer en el mundo que escuchar música, y hablar, hablar y hablar hasta cansarse. Las de adultas, a veces para asilar en nuestras almas a una con desesperanza en los ojos, y entonces nos desdoblamos en abrazos, en mimos, en palabras, para recordarle que siempre hay un mañana. A veces para compartir, departir, construir, sin excusas, solo por las meras ganas.

El futuro en un tiempo no existía. Cualquiera mayor de 25 era de una vejez no imaginada...y sin embargo...detrás de cada una de nosotras, nuestros ojos.
Cambiamos. Crecimos. Nos dolimos. Parimos hijos. Enterramos muertos. Amamos. Fuimos y somos amadas. Dejamos y nos dejaron. Nos enojamos para toda la vida, para descubrir que toda la vida es mucho y no valía la pena. Cuidamos y en el mejor de los casos nos dejamos cuidar.
Nos casamos, nos juntamos, nos divorciamos. O no.

Creímos morirnos muchas veces, y encontramos en algún lugar la fuerza de seguir. Bailamos con un hombre, pero la danza más lograda la hicimos para nuestros hijos al enseñarles a caminar.

Pasamos noches en blanco, noches en negro, noches en rojo, noches de luz y de sombras. Noches de miles de estrellas y noches desangeladas. Hicimos el amor, y cuando correspondió, también la guerra. Nos entregamos. Nos protegimos. Fuimos heridas e inevitablemente, herimos.

Entonces...los cuerpos dieron cuenta de esas lides, pero todas mantuvimos intacta la mirada. La que nos define, la que nos hace saber que ahí estamos, que seguimos estando y nunca dejamos de estar.

Porque juntas construimos nuestros propios cimientos, en tiempos donde nuestro edificio recién se empezaba a erigir.

Somos más sabias, más hermosas, más completas, más plenas, más dulces, más risueñas y por suerte, de alguna manera, más salvajes.

Y en aquel tiempo también lo éramos, sólo que no lo sabíamos. Hoy somos todas espejos de las unas, y al vernos reflejadas en esta danza cotidiana, me emociono.

Porque cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor "del fuego" que deciden avivar con su presencia, hay fiesta, hay aquelarre, misterio, tormenta, centellas y armonía. Como siempre. Como nunca. Como toda la vida.

lunes, 24 de mayo de 2010

Alejo...Y mas


El sábado a la tarde fue muy especial.
Alejo me invito al patio.
Arrancamos entrenando duramente al fútbol. Me hizo unos cuantos goles y los festejo.
Después hicimos carreritas en las bicis, que en minutos se transformaron en motos potentes y al final fueron unos tremendos autitos chocadores.
De ahí, derecho a un avión armado por unos durmientes, que Alejo llevo en segundos hasta Estados Unidos y del cual me invito a lanzarme en paracaídas que yo ni sabia que llevaba puesto.

Cuando aterrizamos me invito a una tienda para elegir una pulsera que podía tener cualquiera de los tres colores de la bandera de yankilandia.
Y como desde esa tienda vimos que el sol pegaba bien fuerte y calentito sobre las maderas del piso de la galería, buscamos un vaso con agua y pinceles y pintamos sobre la madera caliente para ver como se secan rapidito nuestras obras de arte para desaparecer mágicamente.
Alejo me pinto corazones, escribió mama. Y cuando yo puse su nombre me dijo "Ay...gracias!!:
No hay mama mas linda que vos".
Tomarse esos ratitos para jugar con los chicos, entrar en sus fantasías, compartirlas, es muy divertido. Por momentos me sentí realmente volando en su avión, el tan orgulloso de comandar la nave y tener todo bajo control. Y hasta me sentí en serio la mama mas linda.
(Faltan acentos...mi teclado esta fallando...es asi)

sábado, 22 de mayo de 2010

Mercedes Sosa & Cerati - Zona de Promesas

Desde que supe lo de Cerati se me atravesó un nudo en la garganta.

Una tristeza que tiene que ver con lo que los artistas nos regalan, nos transmiten.

Gustavo Cerati no es alguien que pertenezca a nuestra vida cotidiana. No lo vemos a diario, no charlamos con el, no lo extrañamos cuando no lo tenemos cerca.

Pero Gustavo Cerati formo parte, sin saberlo, de la vida de muchos de nosotros a través de su arte, de su música, de sus letras. Quienes escuchamos Soda Stereo en nuestra adolescencia, bailamos, cantamos, fuimos a recitales. Quienes nos sentimos tocados por "te para tres". Quienes lloramos cuando se separaron, quienes nos sorprendimos con "amor amarillo". Quienes nos alegramos con los grammys, quienes cantamos con el reencuentro. Tenemos ese pequeño permiso para sentirnos tristes por el.

Y quiero compartir esta versión de "Zona de promesas", una canción conmovedora que a mi me emociona. Como escribió Françoise en su link: tengo ganas de llorar. Pero tengo mas ganas de que de alguna manera estas cosas que Cerati nos ha generado como artista, se transformen en buenos pensamientos y energía que lo ayuden a mejorar..

viernes, 7 de mayo de 2010

Por eso.

Salgo del consultorio como cansada.
Primer turno del día a las 10 hs. Ultimo a las 19:30.
Ayer mi marido chocó el auto. Salgo a La Recta Martinolli en busca de un remis o taxi, o lo que se cruce que me lleve a casa. Nada. No es que pasaban ocupados...No pasaban!
Empiezo a caminar.
Estoy tan cansada. Me baja el embole de tener el auto parado, los chicos en casa que me esperan.
Bueno, caminar cerca de 25 o 30 cuadras no puede ser tan dramático, no vas a dejar salir un lagrimón por esto. A tomarlo como un ejercicio extra en la semana, despeje con el aire fresco.
Celular: llamo a mi amiga Vir: "voy a llorar" le digo. Una cuadra le tomó hacerme reir y parecer una tarada alegre despues de un laaaargo dia de trabajo, que se rie sola con el celular en la mano. Por eso la quiero tanto. Y por eso la llamo (también) cuando tengo ganas de llorar.