Primero contarles que estoy con muchas cosas y eso me aleja un poco de la compu.
Muchos pacientes, mucha escucha, mis chicos, las cosas cotidianas y mil más.
Y por algunas historias con las que me he cruzado en estos días, me quedé pensando en los vacíos. En las cosas que no se dicen, que no se esclarecen.
Esos huecos que van quedando en la historia de vida que transitamos como seres humanos. Silencios que lastiman más que algunas verdades dichas en el momento justo.
Y es que siendo mamás y papás, criando niños muchas veces podemos sentir que es mejor no lastimarlos hablando de ciertas cuestiones y entonces perdemos la oportunidad histórica de mostrarles que hablar esta bueno, ayuda a acomodar lo que nos pasa, aunque sea doloroso. Podemos enseñarles que con las palabras y la mirada frontal nos conectamos, nos ubicamos en un lugar de crecimiento.
¿Por qué asusta tanto hablar, escuchar, saber, nombrar?
¿Por qué escudarnos en el silencio?
Los chicos son poderosos, mucho más de lo que los adultos creemos que son. Y pueden masticar y digerir las cosas que pasan a su alrededor siempre que digamos la verdad.
Y los vacíos que van mas allá. La mirada que no llega, el aplauso que se retrasa. Las cosas lindas que no se dicen al niño que las tiene.
Las exigencias. Los mandatos. Los ideales depositados bruscamente, masivamente...
En estos tiempos han llegado al consultorio muchos estudiantes universitarios, sin poder moverse de los silencios, las palabras que no circulan, los errores marcados con fuerza. Los ideales que no pueden alcanzar, los mandatos dificiles de cumplir.
Y pensé mucho en la posibilidad que tenemos quienes estamos criando niños mas pequeños de pensar en estas cosas, de cambiar el rumbo, de sostener, acompañar, aplaudir, decir, hablar.
Son de esas cosas que estan en nuestras manos...Y eso me gusta.. Algo podremos hacer..